Quien a buen árbol se arrima...
La tarde es pesada, llevo horas andando. El calor aprieta y las moscas empapelan mi cuerpo. Busco un árbol, poderoso, cuajado de hojas, y me cobijo bajo sus ramas. La dulce nana del crujir de las sogas me adormece y las moscas me abandonan; los cadáveres que se balancean a golpe de brisa son más apetitosos que mi sudor pegajoso.
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