Recopilación Tuiter (10)
Esta es una recopilación de algunos microrrelatos que he publicado en mi cuenta de tuiter @VicenteFHurtado
Por fin encontré la perfección. Estaba escondida en mis cuadernos de dibujos de primaria.
El pistolero disparó una, dos, tres veces. Demostró a todos que, incluso suicidándose, era el más rápido en disparar.
Bajó al sótano a por una botella de vino con una linterna y una escopeta, por si acaso era verdad lo que pasaba en las películas.
Esa noche el mago tenía jaqueca. Hizo desaparecer al público y se fue a la cama.
Deambulaba por las calles mendigando abrazos, pero la gente le evitaba, así que decidió robarlos. Murió en una celda abrazado a su camastro.
A su entierro solo asistieron dos personas; su esposa, Soledad, y la novia de esta, Consuelo.
Antes de que le colgasen en la horca, pidió ir a la letrina. Siempre habían dicho de él que vestía con mucha elegancia.
Mandó a su réplica humanoide al trabajo y volvió a la cama. Su mujer había salido y su réplica estaba desnuda sobre las sábanas.
Compuso una sinfonía casi perfecta y la tarareó junto al mar. Pero las olas —celosas— rugieron de ira y le acallaron.
Al morir se convirtió en cierzo para poder azotar las caras de todos aquellos que le habían jodido la vida.
Por fin encontré la perfección. Estaba escondida en mis cuadernos de dibujos de primaria.
El pistolero disparó una, dos, tres veces. Demostró a todos que, incluso suicidándose, era el más rápido en disparar.
Bajó al sótano a por una botella de vino con una linterna y una escopeta, por si acaso era verdad lo que pasaba en las películas.
Esa noche el mago tenía jaqueca. Hizo desaparecer al público y se fue a la cama.
Deambulaba por las calles mendigando abrazos, pero la gente le evitaba, así que decidió robarlos. Murió en una celda abrazado a su camastro.
A su entierro solo asistieron dos personas; su esposa, Soledad, y la novia de esta, Consuelo.
Antes de que le colgasen en la horca, pidió ir a la letrina. Siempre habían dicho de él que vestía con mucha elegancia.
Mandó a su réplica humanoide al trabajo y volvió a la cama. Su mujer había salido y su réplica estaba desnuda sobre las sábanas.
Compuso una sinfonía casi perfecta y la tarareó junto al mar. Pero las olas —celosas— rugieron de ira y le acallaron.
Al morir se convirtió en cierzo para poder azotar las caras de todos aquellos que le habían jodido la vida.
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