Esta es una recopilación de algunos microrrelatos que he publicado en mi cuenta de tuiter @VicenteFHurtado

Dios creó a los zombis para recordar a los humanos que hay vida después de la muerte.

El exorcista sacó a Satanás del cuerpo de la niña. Como no sabía qué hacer con el diablo, lo abandonó en la puerta de un convento.

La princesa besó al caballero. El campeón sufrió una dolorosa erección bajo la armadura que se le ajustaba con precisión al cuerpo.

¿Para qué buscar a la del zapato de cristal —pensó el Príncipe Azul— si puedo montármelo con las dos hermanastras?

Tenía dos fantasmas en casa. A uno lo exorcizó y al otro le hizo la maleta y lo mandó a casa de su madre.

El año en el que las golondrinas dejaron de anidar en el alero de mi casa, me di cuenta de que no hay nada que dure eternamente.

Le clavó un estilete en el cerebro. Decían que así los zombis morían, y probó a ver si funcionaba con su suegra.

Cuando al vampiro le dieron el alta en el psiquiátrico, decenas de rostros lívidos se asomaron a las ventanas para despedirle.

Papá trol llevó a su hijo de batida y le enseñó que para cazar humanos el mejor cebo eran las monedas de oro.

Acabó la batalla y llegaron los cuervos. Miles de ojos fueron picoteados y engullidos. Pero no fueron los ojos de los caídos.

Esta es una recopilación de algunos microrrelatos que he publicado en mi cuenta de tuiter @VicenteFHurtado

Me atrapaste con dulzura. Ahora soy un goloso de tu amor que sobrevive a base de terrones de besos que me das cuando obedezco.

Tengo el alma podrida. La aprovecharé para hacer mermelada.

Queda tan poco de mí que te guardo la última calada para morir dentro de tu pecho.

—Agente, yo le dije que se asegurase de que su marido guardase reposo absoluto.
—Pues la viuda se lo tomó bastante en serio, doctor.

—Capitán, tiene algo en el ojo.
—Sí. Un parche, imbécil.
—No, en el otro.
—¡Ah! ¿En el de cristal?

Mi musa no me daba todo lo que yo necesitaba y busqué otra. Ahora duermo en el sofá escuchando los jadeos de placer de ambas noche tras noche.

Juré navegar hasta el fin del mundo para encontrarte, pero una sirena se cruzó en mi camino y me dijo que eras un ser mitológico.

El sicario se ordenó como sacerdote para poder absolverse a sí mismo después de ejecutar a sus objetivos.

Su padre apuró la copa de coñac y se bajó la bragueta. Ella colocó con cuidado la cuchilla debajo de su lengua y le sonrió.

Hacía de asesino en una serie de TV. Fuera de plató ensayaba las escenas de crímenes para perfeccionar su papel.

Relato que nació en el Microtaller de Ciencia Ficción de la Escuela de Fantasía y que ha sido publicado en Entretanto Magazine.



MAREA
En el año 2052, los gobiernos más influyentes del planeta —con La República Popular China al frente—, decidieron mandar a la Luna flotas de transbordadores cargados con residuos no reciclables, para remediar la la situación de acumulación de basura en el planeta.

Una década después, empresas privadas comenzaron a ofrecer sus servicios de limpieza de basura a países y grandes multinacionales. Al poco tiempo, todas las grandes ciudades tenían lanzaderas de las que partían, a diario, naves cargadas con basura con destino a la Luna. Una vez que llegaban, descendían hasta quedar a una altura de unos cien metros del suelo lunar y abrían las compuertas de las bodegas soltando su carga.

A finales de la década de los setenta, el satélite terráqueo tenía un anillo parecido al del planeta Saturno. Fue entonces cuando varios científicos advirtieron sobre las variaciones que estaban sufriendo las mareas. No se les hizo caso y se les llamó «catastrofistas». La gente era feliz mientras la basura no estuviese cerca de sus casas y el transporte de residuos se había convertido en uno de los negocios más lucrativos de la historia de la humanidad.

En el año 2085, el anillo que rodeaba la Luna había triplicado su anchura y espesor. Biólogos certificaron mutaciones en varias especies marinas y cambios drásticos en las costumbres de las pocas especies de grandes cetáceos que quedaban. Pero las empresas que explotaban la Luna como basurero eran más poderosas que muchos de los países del mundo y se continuó con los vertidos.

El tres de agosto de 2090, Mariña —una joven gallega que vivía del cultivo de algas—, salió de su apartamento y fue hasta la playa de las Catedrales en la hora de la bajamar. Se acercó a la orilla, se desnudó, miró el océano y entró en el agua. La sangre de su cuerpo siguió el camino de la masa de agua marina y se dejó arrastrar por el influjo de la Luna y su anillo artificial.

Ella fue la primera.