El largo camino del deseo
El chico comenzó por la punta del pie y fue subiendo, sin prisa, por el tobillo, la pantorrilla y el muslo. Para cuando llegó a la ingle, el joven tenía la lengua acartonada y ella estaba adormilada. Antes de despedirse de él le ofreció un vaso de agua —que este bebió con avidez— y decidió que al próximo sería conveniente avisarle de que era modelo de panties y medias.
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