#Microrrelatos para #Photocall (25072014)
¿Vale más una imagen o 1500 caracteres?
Photocall es un fulminante para tu creatividad. Nosotros ponemos una imagen. Tú pones la historia que te sugiere. Tienes siete días y 1500 caracteres como límite.
Imagen sugerida semana 25072014:
Foto de Galt Museum – Dominio Público.
Estos son los micros con los que he contribuido:
INVASORES
El chico decía que era un explorador alienígena que estaba estudiando las defensas de la Tierra y que la juguetería era un buen lugar para hacer planes de batalla. El dueño sonreía y dejaba que el chaval se quedase un rato después de cerrar mientras él enviaba informes a sus superiores sobre el comportamiento político y social de la raza humana.
MONSTRUOS
El muchacho —cuando se escapaba de casa— se refugiaba en la juguetería de su tío Mike, lejos de los lamentos de su madre y los reproches de su padre.
El chico buscaba un rincón para jugar y se ponía el casco sideral de invisibilidad que su tío tenía reservado para él. La clientela sabía quién era el chico, pero el dueño de la juguetería Happy Boy había comprobado que mientras no le viesen la cara, pasaban a su lado ignorándolo y sin quejarse de su presencia.
Mike, como buen empresario que era, sabía que una cosa era apiadarse de la desgracia de su sobrino y, otra muy distinta, la de mantener la dignidad de su negocio.
Photocall es un fulminante para tu creatividad. Nosotros ponemos una imagen. Tú pones la historia que te sugiere. Tienes siete días y 1500 caracteres como límite.
Imagen sugerida semana 25072014:
Foto de Galt Museum – Dominio Público.
Estos son los micros con los que he contribuido:
INVASORES
El chico decía que era un explorador alienígena que estaba estudiando las defensas de la Tierra y que la juguetería era un buen lugar para hacer planes de batalla. El dueño sonreía y dejaba que el chaval se quedase un rato después de cerrar mientras él enviaba informes a sus superiores sobre el comportamiento político y social de la raza humana.
MONSTRUOS
El muchacho —cuando se escapaba de casa— se refugiaba en la juguetería de su tío Mike, lejos de los lamentos de su madre y los reproches de su padre.
El chico buscaba un rincón para jugar y se ponía el casco sideral de invisibilidad que su tío tenía reservado para él. La clientela sabía quién era el chico, pero el dueño de la juguetería Happy Boy había comprobado que mientras no le viesen la cara, pasaban a su lado ignorándolo y sin quejarse de su presencia.
Mike, como buen empresario que era, sabía que una cosa era apiadarse de la desgracia de su sobrino y, otra muy distinta, la de mantener la dignidad de su negocio.
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