Proyecto RelAt(Ad)os. Capítulo II.

RelAt(Ad)os es un pequeño juego literario que vamos a llevar a tres bandas Hugo C. Cabeza, Ignacio J. Borraz y un servidor en nuestros respectivos blogs:

Luchando contra el Duende de la Perversidad (Hugo C. Cabeza)
Fuego y Cenizas (Ignacio J. Borraz)
Abrumado 2.0 (Vicente F. Hurtado)

Cada dos días (en principio) uno de nosotros tiene que publicar una continuación de la historia entre 100 y 300 palabras.
Podéis dejar vuestros comentarios sobre esta iniciativa en cada entrada o en Twitter mediante el hashtag: #RelAtAdos01

Relación de capítulos publicados:
Capítulo I. Hugo C. Cabeza.

Y es a mí a quién le toca continuar con el siguiente capítulo...
Proyecto RelAt(Ad)os. Capítulo II.

CAPÍTULO II
El cazador corría por el valle, bajo el sol de mediodía, siguiendo el rastro de su presa. La mujer le llevaba un día de ventaja, pero él sabía que antes del anochecer la tendría a tiro de lanza. Sus piernas eran mucho más fuertes y resistentes que las de Madre-Pájaro.
Los Antiguos le ordenaron perseguir y matar a Madre-Pájaro por haber abandonado el Arca sin permiso. Últimamente las cosas no iban bien. Ellos casi nunca salían de su refugio bajo tierra y se mostraban ariscos con el Pueblo del Valle.
El sol ya se había puesto cuando la encontró. La Luna estaba casi llena y, muy cerca de ella, la Morada de Dios brillaba con intensidad. La mujer estaba sentada junto al río, desnuda y con los pies metidos en al agua.
—Has tardado —dijo ella sin mirarle—. Hace rato que te espero.
El cazador no habló. Asió la lanza con ambas manos y se lanzó contra el cuerpo pálido de la mujer. Antes de llegar a ella, unas garras enormes le arrebataron la lanza de las manos. El cóndor aleteó con fuerza y tiró al hombre al suelo. Luego aterrizó con torpeza y se acercó a la mujer.
—Dios —habló Madre-Pájaro y miró el cilindro plateado que brillaba junto a la Luna— quiere que os abandonemos. Mis hermanos están de acuerdo. Yo no. Aún queda mucho que debéis aprender. Ellos no pueden obligarme a hacer algo en contra de mi voluntad y tampoco pueden matarme —continuó—, pues Dios no lo permite. Por eso te han enviado a ti, cazador.
Se levantó y se acercó al hombre que, aterrorizado, estaba de rodillas en el suelo.
—Me conoces como Madre-Pájaro pues soy la que os enseño los secretos de las aves —dijo la mujer y le tendió la mano—. Pero Dios me llamó Eva cuando vine a este mundo.

---Ir al Capítulo III---

4 comentarios:

  1. Estas horas de publicación son nocturnidad en toda regla. Le diré al sereno que has salido de casa cuando él ya estaba vigilando las calles jejeje

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  2. A ver qué se le ocurre ahora a maese Ignacio :)

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  3. Interesante, interesante, a ver qué sale Ignacio ;)

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