I Concurso de #Microrrelatos “microCunchillos”
Ganadores del I Concurso de #Microrrelatos “microCunchillos”
PRIMER PREMIO
La decisión (de Pedro Antonio Sánchez Marco)
Había tomado una decisión, era una persona de palabra.
Su mujer sabía que de nada iba a servir el decirle que la tarde era fría, que hacía cierzo y caía aguanieve.
Cogió su gorro, el abrigo y el bastón y se encaminó a tomarse su café diario en el teleclub.
SEGUNDO PREMIO
Sopas de ajo (de Vicente Fernández Hurtado)
Venía por el camino de Tarazona, sola, andando a paso ligero y con el cierzo azuzándole la falda. El labriego paró la yunta de mulos y la miró. Estaba más pálida que cuando se fue y su preñez era más que evidente.
—No hubo suerte en la ciudad, ¿eh? —dijo el hombre.
—No. Ya ve usted —contestó ella.
—Ve pá casa, que hace frío.
—Lo siento —murmuró la chica.
—Arrea ya, hija. Tu madre te calentará sopa.
TERCER PREMIO
El último tren (de Patricia Richmond)
A Cunchillos no llega el tren, pero todas las noches, a las 3’40, me despierta el silbido de una locomotora, mientras la casa tiembla, sacudida por el paso de un convoy. Me dicen que es por el estrés de la ciudad y que los aires del Moncayo me sentarán bien.
Hoy he esperado en la calle y, a la hora exacta, he escuchado el silbido. Al momento he visto una luz, cuando el tren se me ha echado encima.
PRIMER PREMIO
La decisión (de Pedro Antonio Sánchez Marco)
Había tomado una decisión, era una persona de palabra.
Su mujer sabía que de nada iba a servir el decirle que la tarde era fría, que hacía cierzo y caía aguanieve.
Cogió su gorro, el abrigo y el bastón y se encaminó a tomarse su café diario en el teleclub.
SEGUNDO PREMIO
Sopas de ajo (de Vicente Fernández Hurtado)
Venía por el camino de Tarazona, sola, andando a paso ligero y con el cierzo azuzándole la falda. El labriego paró la yunta de mulos y la miró. Estaba más pálida que cuando se fue y su preñez era más que evidente.
—No hubo suerte en la ciudad, ¿eh? —dijo el hombre.
—No. Ya ve usted —contestó ella.
—Ve pá casa, que hace frío.
—Lo siento —murmuró la chica.
—Arrea ya, hija. Tu madre te calentará sopa.
TERCER PREMIO
El último tren (de Patricia Richmond)
A Cunchillos no llega el tren, pero todas las noches, a las 3’40, me despierta el silbido de una locomotora, mientras la casa tiembla, sacudida por el paso de un convoy. Me dicen que es por el estrés de la ciudad y que los aires del Moncayo me sentarán bien.
Hoy he esperado en la calle y, a la hora exacta, he escuchado el silbido. Al momento he visto una luz, cuando el tren se me ha echado encima.
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