Cita el 11 de junio

Entre fresas con vino y el olor a boj, en un mostrador de losa y junto a una hilera de barricas, yacen los esqueletos descarnados de dos peces de río. En el suelo hay un par de jarritos de barro con restos de tinto que parecen haber sido abandonados con premura. Al fondo del calado, rebozados en tierra húmeda de la bodega, dos amantes se devoran a besos que saben a Ebro, mientras las fresas —ahora olvidadas— disfrutan de su baño de alcohol y taninos sabedoras de que pronto serán el postre de una cita apasionada.

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