Microrrelatos del Azar. Frase 3.
Desde el blog El perro que no ladra nos proponen la siguiente frase para crear un microrrelato:
"Antes de salir adopto la apariencia de Frascuelo Segundo. Si lo que quieren es marcha, la tendrán."
Que pertenece a la página 71 del libro "Sin noticias de Gurg" de Eduardo Mendoza.
En Filias y Fobias la entrada quedará abierta para que escribáis cuando queráis.
Mi participación:
EL DE ATENAS
Antes de salir adopto la apariencia de Frascuelo Segundo. Si lo que quieren es marcha, la tendrán. Me pongo frente a la puerta del Laberinto, estoque en mano, y espero que la bestia salga.
EL SOBERBIO MAGO INTEMPORAL
Antes de salir adopto la apariencia de Frascuelo Segundo. Si lo que quieren es marcha, la tendrán. El conjuro es complicado, pero de efecto espectacular. Mi acólito corre hacia mí por el túnel de salida balbuceando frases sin sentido y le lanzo un hechizo para que enmudezca. Su tarea en controlar al morlaco según salga —un truco de escasa dificultad—, nada más. Me coloco la montera y salgo a la plaza, a triunfar.
El público del Coliseo me recibe con rugidos y los gladiadores que esperan en la arena desenfundan armas. Mi asistente aún no sabe manipular mentes humanas y yo —por lo visto— no he atinado con el destino del mundo paralelo al que hemos viajado.
"Antes de salir adopto la apariencia de Frascuelo Segundo. Si lo que quieren es marcha, la tendrán."
Que pertenece a la página 71 del libro "Sin noticias de Gurg" de Eduardo Mendoza.
En Filias y Fobias la entrada quedará abierta para que escribáis cuando queráis.
Mi participación:
EL DE ATENAS
Antes de salir adopto la apariencia de Frascuelo Segundo. Si lo que quieren es marcha, la tendrán. Me pongo frente a la puerta del Laberinto, estoque en mano, y espero que la bestia salga.
EL SOBERBIO MAGO INTEMPORAL
Antes de salir adopto la apariencia de Frascuelo Segundo. Si lo que quieren es marcha, la tendrán. El conjuro es complicado, pero de efecto espectacular. Mi acólito corre hacia mí por el túnel de salida balbuceando frases sin sentido y le lanzo un hechizo para que enmudezca. Su tarea en controlar al morlaco según salga —un truco de escasa dificultad—, nada más. Me coloco la montera y salgo a la plaza, a triunfar.
El público del Coliseo me recibe con rugidos y los gladiadores que esperan en la arena desenfundan armas. Mi asistente aún no sabe manipular mentes humanas y yo —por lo visto— no he atinado con el destino del mundo paralelo al que hemos viajado.
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